Tras discutir un rato, habíamos decidido bajar al centro de Valparaíso, para comprar comida, ya que se estaba acabando, y necesitábamos abastecernos en caso de algunua emergencia. Por el momento vivíamos (y sigo viviendo) en un cerro, así que el Tsunami no era gran amenaza. El centro de la ciudad estaba de plano, y era vulnerable, sin embargo. Aún así, bajamos, necesitábamos urgentemente algo que comer.
Bajamos en una micro rápidamente, detalle era que estaba con un amigo, y su familia; a mi madre la había atrapado el terremoto en Santiago de Chile, ya que había viajado a ver a sus familiares que no veía hacía años, nos bajamos, y la madre de mi amigo fue al banco a sacar dinero, no pudo, los cajeros estaban fuera de servicio. Salimos con menos presupuesto del esperado, la mayoría de las tiendas estaban cerradas.
"Será difícil encontrar algo"
Estábamos cerca de la plaza, a cuadras de la costa, caminábamos como deambulando, cuando un tipo de unos treinta años, salió corriendo, empujando a una mujer para seguir.
"Bacán, un ladrón huyendo de la policía"
No obstante más gente salió corriendo, vi hacia atrás, y sólo vi una multitud de gente corriendo hacia nosotros, gritando, pronto, los que estaban a mi altura comenzaron a correr también.
Fue cuando escuché la palabra, "Tsunami", era simple de entender; sólo pensé en correr.
No soy el más atlético, ni el que hace más ejercicio, pero no importó; corrí como pocas veces en mi vida, incluso dejando detrás mío a mi amigo y su familia, llegué a la plaza, a unas cinco o seis cuadras más arriba había una subida hacia un cerro, llegaba a la calle y aparecieron autos que frenaron súbitamente justo a mi lado; casi había sido atropellado, al detenerse el auto, sólo crucé la calle, pero hacia mi derecha escuché que el sonido de un vehículo frenando fuertemente, para luego escuchar un choque, ni siquiera me atreví a mirar y seguí corriendo. Sólo hacía dos cosas en ese momento: correr, mientras en mi cabeza me decía a mi mismo "No quiero morir", de un modo en el cual quizá hasta hubiera comenzado a llorar en medio de la maratón de toda la gente que allí se encontraba, pero la adrenalina no me lo permitió.
Fue tras pasar la plaza que me acordé de mi amigo y su familia, miré hacia atrás, no lo vi, vi hacia delante, tampoco, todo era una masa de gente corriendo, mire hacia atrás y ya gente pasaba a mi lado corriendo, uno me empujó y casi me bota; entendí que lo más común sería seguir corriendo, pero ya la idea de él y su familia me prohibió correr como antes, así que corrí de a poco, entonces logré percibir mi entorno; vi a ancianos que estaban en el suelo, llorando, una pareja que se consolaba, vagabundos se abrazaban mientras gritaban por el terror, un tipo sin una pierna estaba en la misma situación, en una esquina, solo. Ver a los ancianos me partió el corazón, encontrar una muerte así. También veía que la gente miraba hacia atrás y seguía corriendo, "Quizá algo vio" pensaba, y entonces mis piernas comenzaban nuevamente a moverse. Todo era actuar, concluí, correr hacia el cerro y salvarse.
Fue cuando pasó una patrulla avisando que no habría un Tsunami. Fue como un laxante; todo se fue en un momento, aunque la gente siguió corriendo, por alguna razón yo dejé de correr; quizá me convenía pensar que estaba a salvo.
Entonces recordé nuevamente a mi amigo y su familia, más tarde los encontré, cuadras abajo, y supe la historia de ellos; mi amigo pensó que me había quedado atrás, por lo que me buscaba, además se le había caído el celular, y en recogerlo había perdido tiempo, su hermana quería huir, pero su madre había quedado en shock; ella intentaba empujarla, pero su madre no respondía. Tras ello pensé en cómo hubiera sido si mi madre hubiera estado; sinceramente no sé que habría hecho.
Allí nos reunimos, compramos uns huevos, arroz, y decidimos que era hora de volver a casa. Algunos estaban aliviados, otros furiosos, otros seguía llorando, era un ambiente desolador, me volví el Sr. sociable y comencé a hablar con tipo que me encontraba sólo por los nervios, no recuerdo sobre qué, pero más que nada supongo fue una ira contra el que había dado la falsa alerta. Los colectivos subieron los precios, mientras que las micros se mantuvieron; tomé una.
Al llegar todo fue un silencio, pero un silencio para cada uno; nos acostamos, y nos dormimos; despertar por las réplicas ya era cotidiano, ya era cotidiano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario