martes, 24 de noviembre de 2009

Olía a muerte

Estaba yo, con mi apariencia física a los ocho años, atrapado en ese cuerpo del pasado, caminaba entre montañas, como del desierto; esa sequedad se podía ver; la típica imagen del esqueleto de toro semi enterrado estaba ahi también, a mi lado, mientras caminaba, a paso lento y constante, mientras en el cielo habían muchas estrellas de varios colores; rojo, verde, y una azul que se movía. Un cielo oscuro, que no sé por qué me daba la impresión de que si lo veía mucho, me iba a succionar, elevándome del suelo, llevándome a un viaje extraño y sin retorno a la estratosfera, y luego al espacio. Era tan raro el ambiente, y sabía que estar ahí era incómodo para mí.

Apresuré el paso, aunque ni siquiera supe por qué; simplemente me apresuré, y comencé a dar pasos como si estuviera en la luna; enormes pasos que se volvían lentos en el aire, de varios metros, como huyendo de algo, probablemente las estrellas luminiscentes. Saltaba y saltaba, entre lo que entonces eran mis singulares pasos.

Hasta que el desierto acabó, y llegué a una zona con basura, con apariencia de pseudo-vertedero. Conocía ese lugar, claramente.

"El agujero", un lugar en el cual la gente botada las cosas que ya no le servían, y que no dejaban a ala merced del camión de la basura, en su mayoría electrodomésticos, y mascotas muertas. Lo sé, porque ahi terminó un perro que tuve hace años. Mis padres me mintieron, me dijeron que se había escapado, pero mientras yo estaba en el colegio, mi perro se había muerto, dado que hacía días estaba raro; lo enterraron ahi, y no me enteré sino mucho tiempo después, cuando ya de mi perro sólo quedaban, los huesos, en jirones de carne podrida. Y así era con más gente; cada vez que iba por ahi, como un característico atajo para ir al supermercado, sentía ese olor desagradable y fuerte; el olor a muerte. Y siempre era así; yo caminaba, y a metros se podían ver cadáveres de mascotas. Una vez incluso vi a uno con el estómado abierto. No sé cómo ocurrió, y en ese momento no quise saberlo, pero en ese lugar estaba, yacía en la tierra, entre bolsas llenas de diversos artefactos inservibles, lleno de moscas, emanando ese olor. Cada vez que iba por ese atajo era lo mismo. Olía a muerte.

Cuando llegué a ese lugar, comencé a recordar todo esto, pero muy fugazmente, como si me fuera a morir y viera toda mi vida, pero en este caso era exclusivamente lo relacionado con ese lugar. Pronto mis pasos de astronauta cesaron, y volví a mi lento avanzar de antes. Las estrellas de colores murieron, apagándose de un momento a otro, o no sé. Pero el punto fue que volteé mi cabeza, y ya no estaban, ninguna de ellas. Pero cuando comencé a avanzar, a pocos segundos, vi en un monte, alumbrado por una roja luz emitida por un poste de luz, a tres perros, como Doberman, ahora que lo recuerdo, pero en ese momento los asocié con lobos. Los tres me miraban, fijamente, cono ojos inyectados de sangre brillosa, luminiscente, y recordé a las estrellas anteriores. A continuación el poste de luz se apagó, parpadeando primero como cual película de terror, y todo se volvió negro, una oscuridad absoluta, en la cual lo único que logré ver fueron los ojos rojos de los tres pelos; eran seis luces rojas, que luego comenzaron a moverse de a pares hacia mí. Lo sentí, y lo hice; comencé a correr en dirección opuesta a los canes, y caí, muchas veces, sobre bolsas de basura, incluso en una ocasión sentí haber pisado a un cadáver. Pero yo sólo corría, corría, hasta que me sentí que estaba nuevamente en la suave textura del desierto y sus dunas, entonces comencé nuevamente a caminar como Neil Armstrong, y de a poco sentí que los dejaba atrás. Hasta que no sentía sus frenéticos pasos tras de mí, y sonreí, y hasta lancé una carcajada. En ese momento miré hacia atras, y no había nada más que oscuridad negra y abrumadoramente densa, mas elevé mi mirada, y vi seis estrellas rojas. Que comenzaron a moverse a través del cielo en mi dirección. Nuevamente comencé a huir.

Entonces desperté.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Haggard viene a Chile

Ni siquiera yo lo imaginaba; la que es, y ha sido desde el momento en que escuché por primera vez The Final Victory, mi banda favorita, vendrá a Chile el mes próximo, y lo mejor: me dan los medios como para ir a presenciar el espectáculo que será, o que de una u otra forma espero que sea, lo que allí acontecerá.

Y es porque algo así definitivamente no se ve todos los días; la única vez que los he visto ha sido a través de videos de youtube con calidad dudosa, y bueno, además de unos cuantos conciertos que tenía por ahí, pero esta vez estaré ahi, donde estarán interpretando probablemente sus temas de oro: Awaking the Centuries, Eppur si Muove, Per Aspera Ad Astra, y no sé, muchos más.

Eso sí, sólo tengo un problema, el cual conociéndome superaré a toda costa: justo durante esos días estaré volviendo de Argentina, llegando de nuevo a mi ciudad el día posterior al del concierto, dejándome con nada en las manos, pero ante esto estoy con el plan de quedarme en Santiago para verlos, y luego volver por mi cuenta al norte.

¡Qué va! De cualquier forma estaré ahi, saltaré, gritaré, y quizá tomaré fotos de mala calidad.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Preparándose para La Cosa

Bueno, ya sólo iré a la escuela un par de veces, para algunas ceremonias. Ya todo acabó, no hay más estúpidas preocupaciones sobre calificaciones; salí bastante bien, a pesar de haber pasado la mitad del tiempo escolar, o dormido, o no poniendo atención, debido a ciertos factores.

Sin embargo, ahora se viene la prueba real, la culminación de cuatro sufridos años en los cuales presencié muchas cosas; videos falsos realizados en mi salón sobre una recreación de bullying, subidos a youtube, que luego tuvieron problemas legales y aparecieron en la TV, cómo un compañero rompía una ventana tras lanzar un tubo de PVC con mucha ira en la trayectoria, más ventanas rotas, pero con distintos modus operandi, bailes homosexuales por parte de otro compañero, idioteces por parte de todo el curso (me incluyo), entre una infinidad de cosas.

Y por lo mismo, dada la gravedad del asunto siguiente, o en cualquier caso, la que simula tener, y bastante bien, estos días haré algo que jamás he hecho en mi vida: estudiar más de un día antes a un exámen. Tengo cinco o séis días, así que creo que igual me sobrará tiempo, pero la idea es que me vaya bien, para quedar en la universidad que quiero.

Pero aún así, en cuanto a eso último, no sé por qué, durante los pasados días me ha llegado la duda: ¿Universidad de Chile, o Universidad Técnico Federico Santa María? Pasé la mitad del año convencido por la última, pero ahora no sé. Aunque de todos modos, aunque continúe dudoso cuando llegue el momento, optaré por la que antes era preponderante.

Así que estos días quizá me la pase, más tiempo estudiando, y haciendo ensayos, que durante los cuatro pasados años.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Navajas, encendedores y patrullas: Bonus Track

Hasta yo me vi un tanto impresionado cuando al salir de la casa, a un asado, a eso de las nueve de la noche, sin darme cuenta eché en mi bolsillo delantero derecho, además de lo común, un cuchillo. ¿Defensa personal?

Sólo sé que no sería de mi agrado pasar nuevamente horas entre amenazas, patrullas, y entrevistas.

Primer asalto con posterior proceso policial, algo debía salir de todo eso, aunque espero no dure mucho.

martes, 17 de noviembre de 2009

Navajas, encendedores y patrullas

Cuento corto: Me asaltaron.

Creo que será una entrada larga, prepárese.

Era una grisásea mañana, con un toque de frío que hacía que pequeños toques en mis dedos fueran como golpes; siempre odié eso, desde que era pequeño. Me levanté, y supe que pese a que la maraña de actividades de despedida ya habían pasado, aunque aún quedan unas cuantas, debía ir de nuevo, debía ir.

Había ido a la escuela, pero no era para ser un alumno más. No, las clases ya acabaron. Fui con ropa de calle a un pequeño repaso de toda la materia, que es para reforzarnos para la tan mencionada P.S.U. que será dentro de un par de semanas, examen que tendré que rendir, a todo esto, junto a un gran puñado de amigos y compañeros, en un colegio famoso por su delincuencia, y bandalismo.

En fin, había sido lo de menos; después de eso se suponía iba a ir donde una amiga, a almorzar además, pero al final no resultó, y me hallé como alguien si nada que hacer, así que decidí ir a mi casa, y ahí planear algo para un martes aún más ocioso que los normales. Eso, hasta que bajando al patio trasero, vi a varios amigos charlando, así que me les uní. Curioso llegué, a paso confiado y cara de saber qué acontecía. Y claro, se iban a juntar a changuear (jugar videojuegos, ver alguna película, entre otras cosas relacionadas al tema) un rato, iban a jugar PlayStation 3, y hacer no sé qué en el notebook, así que decidí acompañarlos. No obstante, un par de amigos más, y una pareja también se unieron, por lo que los planes, amenazados por una sobrecantidad de gente, se vio amenazado. Y yo ya podía ver que todo aquello terminaría ahi mismo, y volvería a mi casa, a dormir, salir a dar una vuelta a todo sol, ver cuántas visitas tenía mi blog, etc.

Pero no, como un rayo de luz apareció un amigo que puso su casa para el simposio de frikismo; estaba todo arreglado, no obstante obviamente el Play 3 nor iría (no sé si era broma cuando me dijeron, pero creo que pesaba como seis kilos... cuando lo vi, sí, era grande), así que mi Play 2 la reemplazaría, el problema era ir a buscarla, así que al final decidimos que ellos se iban para la casa junta; se bajaban antes, y yo seguía; iría a buscar la consola, y volver al lugar establecido. Se oía simple, por lo que accedí.

Tomé la micro 214, compré cuatro grosos (chicles), una amiga me pidió uno. Bien, sólo me quedan tres, me senté en una ventana, y me puse a escuchar música (no, esta vez no apareció el tipo que vendía cd's pirateados de 'La noche'), y me fui tranquilo, masticando y observando el gran paisaje que se me daba mientras subíamos por el cerro: el cerro. Me dio sueño, pensé en dormirme, pero no quise, no sé por qué, tomando en cuenta que en la mañana, había dormido casi todo el viaje. Llegamos al punto de separación, y todos se bajaron, con sus chao, chabela, y otros derivados en la jerga, yo me mantuve sentado, esperando llegar a mi villa. El resto fue simple; escuchar música, y ver el paisaje urbano, que al menos era más entretenido que arena, tierra y rocas.

Hasta que ocurrió; me bajé de la micro, cruzé la avenida, y eché todo en una mochila, rápidamente, y partí de vuelta, embarcado en otra micro, no sin antes haberme relajado un poco; ver televisión acostado durante diez minutos jamás mató a nadie. Todo se veía normal; era como otro día en camino a esa población, que tiene fama de ser bandálica por las noches, aunque desde que tengo memoria, jamás me había pasado algo yendo a ese lugar.

Me bajé de la micro, 213, aunque antes me habían llamado porque me estaba tardando, y recorrí el camino que conectaba la parada, con la casa de mi amigo, al cual mantendré en el anonimato. Sí, habían flaites (gente, mayoritariamente menores de edad, que usan de vestimenta, shorts, un gorro, y un polerón con gorro, hagan cuarenta grados o estemos en una era glacial, logrando así el distintivo 'doble gorro'), pero nunca me había pasado nada. Hasta que casi llegando, a sólo metros, divisé a uno de estos tipos, estimé unos veinte años, que estaba parado en una esquina, y al verme me interceptó. Mierda.

"Oye, sabí, anoche me la trasnoché y no ando con nuino pa'l pan... me dariai algo"
"Lo siento, ando con lo justo, lamentablemente"

Sí, el hecho de que fuera mediodía, a plena luz, me dio un tanto de confianza, y no creí que pudiese suceder ahi, en plena calle, incluso comenzó una improvisada y sin sentido conversación. A continuación comencé a retirarme, hacia la casa destinada. Fue entonces cuando miré para atrás. Mierda, me está siguiendo.

Estaba a centímetros de la puerta, faltaba sólo golpear, cuando ya el acercamiento fue inevitable, y de hecho fue.

"A ver, ¿queri que te pegue un puntazo? ¡Ya hueón, pasa toas las monedas y el celular!"

Era mi primer asalto formal con amenaza y todo en mi vida (los anteriores fueron pseudo asaltos, o ni sé si ni siquiera se les pueda llamar así), y deduje que "puntazo" quería decir puñalada (creo que tendré que conseguirme un diccionario para esa jerga), cómo reaccioné... Pues, comencé a meterle conversa aleatoria, sobre por qué lo hacía, aunque sabía que en el fondo lo que pasaba era ya ineludible, mientras él metía su mano en un bolsillo y hacía notar algo que probablemente era una navaja (no pensaba mucho en ese momento, en todo caso), se me ocurrió pedir ayuda, pero entonces noté algo; la mayoría de las personas que estaba alrededor eran... más flaites, pensé entonces en golpear la puerta de mi amigo, que estaba como a medio metro, pero no, si el tipo efectivamente tenía un arma blanca, en que salieran de la casa, yo ya estaría sangrando, por lo que abandoné la idea, y decidí someterme. Así que le dije ya que le daría las monedas, aunque tenía pocas; abrí la mochila, sólo pensaba en ocultar el Play 2, y mostré un puñado de monedas; no más allá de mil cien pesos. Él, un tanto enojado porque su asalto del día al parecer no había sido muy fructífero que digamos, se empeñó en revisar rápidamente ese bolsillo de la mochila, sacándo una galleta que tenía hacía días allí, lo demás era basura; unos chicles envueltos, que no alcancé a botar, recuerdos de la despedida, entre otras cosas de poco valor monetario. Lo peor fue cuando quiso revisar el bolsillo grande de mi mochile, donde se encontraba mi consola; yo estaba hi sí preocupado; perdería la cosa que había sanado mi ocio durante tantos meses, pero mis plegarias al dios en que no creo fueron concedidas cuando al abrir la mochila sólo vio un polerón, para la noche, que había echado sobre el play minutos antes de bajarme de la micro, porque era molesto llevarlo en la mano (sí, si quieren considéreno obra de dios) y entonces se me ocurrió decir que ahi sólo había ropa y nada más. Bien, me creyó, o quizá le daba lástima, no lo sé. Además revisó mi billetera, y vio que no había más que mi pase escolar y unas cartas de valor más que nada sentimental; igual decidió llevárse la billetera vacía. Ante ésto, una pobre recaudación de su asalto, decidió exigir mi celular. Y yo, que andaba aún medio atontado por la situación, decidí hacer una negociación, aunque ahora que lo pienso, fui afortunado en que resultara.

"Ya hueón, tranquilo, mira, te paso el celular, y me dejai tranquilo, ¿ya?"
"Ya, hueón, dale, pero pasa el celular rápido hueón"

Ahí saqué de mi bolsillo mi celular que hacía poco había cumplido su año de vida, en mis manos, y se lo entregué sin reclamar, no sin antes pensar fugazmente en lo que se iba con ese celular. A continuación el tipo finalmente finalizaba su asalto, no sin antes amenazarme de matarme (no recuerdo qué palabras de esa jerga me dijo, pero yo las interpreté así), si llamaba a alguien, o algo así; no entendía del todo su lenguaje, mucho menos su código.

Posteriormente, ocurrió algo que quizá afirma que doy lástima; me dio un par de monedas para irme de ese lugar, de inmediato, tras lo cual comenzó a retirarse, a su esquina, a esperar probablemente a otra víctima.

Pero entonces, como una señal de salvación, vi una patrulla policial llegar al lugar, aunque en un principio no supe si efectivamente delatar al tipo, que aún estaba a sólo unos pasos de mí. Pero entonces, se detuvieron, y comenzaron a hablar con el antisocial, se bajaron, y como que lo rodearon. Entonces fue. Uno de los carabineros lo tomó de la mano y me preguntó si le había hecho algo, y entonces hablé, tras lo cual ambos policías redujeron al tipo, dejandolo contra el costado de la patrulla. Comenzaron a revisarlo. Y ahi fui viendo, feliz por dentro, como mis pertenencias salían de sus bolsillos, para luego ser dejadas en el vehículo, aunque ahi fue que descubrí que el arma blanca con la que me había amenazado había sido... un encendedor (bah, al menos no me arriesgué), luego dejaron al tipo en el suelo, mientras yo subía a la patrulla. Odié a una señora con aspecto flaite, de unos cuarenta años, que defendía al tipo que hacía minutos nada más me había abordado, alegando a que lo trataban mal, hasta que uno de los policías, tras muchos intentos de alejarla, le dijo.

"¿Acaso usted es cómplice? También la podemos llevar"

Ahi recién la vieja accedió a retirarse. Aunque igual mantuvo su distancia, mientras yo me refugiaba en la patrulla; veía hacia los lados, y había más flaites observando como su compañero de delitos estaba siendo capturado. Yo ya pensaba "se vengarán", así que me tapé como pude. Hasta que llegó otra patrulla y se llevaron al antisocial, mientras uno de los policías me interrogaba sobre mis datos, lo que me habían robado, y esas cosas. Pasados unos minutos los dos policías se embarcaron en el transporte y comenzaron a retirarse, llevándome a la comisaría, uno manejaba, mientras el otro llenaba los formularios (o lo que fueran) referentes a mi caso, y eran varios, recuerdo que en repetidas veces me preguntaron mi nombre, cédula de identidad, dirección, teléfono de casa, celular mío, celular de mi madre, y esas cosas. Íbamos en camino, cuando mi teléfono, recién recuperado, comenzó a vibrar.

"Hey, te llaman... 'El Ricardo'"

No esperaba menos; me preguntaban donde estaba, que me estaban esperando, y que por qué me tardaba tanto (menos mal que no me llamaron mientras el tipo me asaltaba, o mientras lo reducían; no sé qué habría hecho). Entonces ahi les conté brevemente mi historia: me habían asaltado.

"No te creo"

Reafirmé, dando algunos vagos detalles, para que me creyeran, lo malo de bromear mucho es que a veces los demás no saben cuándo hablas en serio, hasta que los convencí de que lo que había pasado era real; ahi se lamentó un poco él, y luego su novia tomó el control de la voz. Nuevamente las preguntas, sobre si había sido verdad, para luego seguir con las lamentaciones. Al menos se preocupaban, y eso me hizo sentir que tenía buenos amigos, aunque se acababa el año, y quizá jamás volvería a verlos (no, no lloré).

Así dimos unas vueltas por esa población a la que quizá no vuelva -quedé traumado-, en las cuales los policías pasaron por un colegio cercano, donde varios niños les decían "tíos", y una niña, probablemente hija de uno de los dos funcionarios, se subió, junto a un niño, a los cuales los fueron a dejar a la casa. ¿Yo? Callado, pensativo, rebuscado -traumatizado-.

Hasta que llegamos, a eso de las una y media, o por ahí. El punto es que nos bajamos del vehículo, y me llevaron a una sala, donde comenzaron a hacer eso temido: el papeleo. Según calculé, estuvimos al menos dos horas en ese lugar, me preguntaron mi nombre unas cinco veces, mi cédula unas cuatro más, firmé unas cuatro veces también, mis tres números telefónicos, pues como seis veces cada uno; jamás pensé que fuera tan largo. Y así pasé gran parte de mi tiempo libre en esa oficina. Me preguntaron un par de veces relatar cómo había sido todo, y yo, contaba y contaba. Tras esto supe algo; el tipo no tenía veinte años, sino... quince; beber, drogarse, descuidarte, y dejarte crecer el pelo hace que te veas más viejo. Comprobado.

Eso sí, admiro dos cosas; la efectividad de los policías, que justo pasaron por el lugar, y atraparon al ladrón; quizá sólo tuve suerte, mucha suerte. Y también, la buena actitud de los dos policías, que incluso hasta reían con 'chistes policiales':

"Uhh, cachái, el cabo Burgos, estaba sacando un código dos... y mientras lo hacía, ¡le llegó otro código dos!"

No mentiré, ni siquiera entendí estratosféricamente cuál era el chiste, pero se podría decir que sería chistoso si supiera qué era ese tal código dos. Y sí, no sé por qué, también lancé una falsa risa, casi muda. Aún así, los policías tuvieron una buena disposición, explicaban cosas que no entendía del formulario, eran amables, entre otras cosas, por lo que me fui con una buena impresión del cuerpo policial. O quizá... ellos eran los únicos así. Nah, prefiero generalizar apresuradamente.

Entonces llamaron a mi madre, a quien yo mismo le di la noticia, entre risas sin sentido alguno y lamentos; "me asaltaron". Qué decir, voló hasta la construcción. Además, justo estaba con mi abuela y una tía; la noticia se expandió más rápido que los rumores faranduleros; al rato varias llamadas para saber cómo estaba; si hasta mi padre, que veo como dos veces por año, vino a verme, para saber cómo me encontraba.

Y así, tras dos horas de relatar lo sucedido (el cargo quedó como "robo con intimidación"), repetir al menos tres veces cada dato personal mío, y sacarle fotos a la evidencia: mil cien pesos en monedas de cien, mi celular, y mi billetera de cuero. Terminé en mi casa, y lo admito, no me dieron ganas de salir, al menos no por el día, y quizá no por la semana, es hora de un relajo, meditación, y pensar en no sé qué. Eso sí, puede que de fiscalía me llamen para dar testimonio, o algo así.

Y sí, temo a represalias, aunque según el oficial en esos casos la mayoría de los drogadictos asalta aleatoriamente, y pocas veces recuerda a quien asalta; quizá lo dijo para tranquilizarme, pero igual; pasaré un buen rato refugiado. Al menos lo bueno es que probablemente el año que viene me mude lejos de aquí, muy muy lejos.

Pero aún así... prefiero prevenirme, para no ser amenazado nuevamente de recibir un "puntazo", con un... encendedor.

lunes, 16 de noviembre de 2009

El camino de la felicidad

¡Lea ya! ¡Imperdible! ¡Amsa lloró como una niñita! ¡Lea ya! ¡No se volverá a repetir!

Ya se venía venir, de todos modos, así que no me sorprendió mucho. No así fue con mis amigos y compañeros, entre los cuales algunos, que mantendré en el anonimato (ejem, marin, ejem, r), se sorprendieron, o casi lo hicieron, ante lo que vieron en mí.

Y es porque, así como soy un tanto introvertido (con ocasionales impulsos sociales), soy bastante frío, y no tengo memoria de que alguno me haya visto llorar en el último tiempo (más que una sola, única y fugaz, vez en el plan). No obstante, hoy no ocurrió así.

Y lo estúpido, es que ni siquiera sé si lo que aconteció ahí causó mi respuesta, o quizá sólo me contagiaron la tristeza. Porque lo que presentaron ahí, en cuanto a mí mismo, no me afectó mucho que digamos.

Estábamos haciendo un ensayo para la P.S.U.* de matemáticas, lo recuerdo claramente, debido a que no respondí nada, ya que no era necesario entregarla, o al menos eso creí, dado que al final igual pasé los últimos minutos copiando las respuestas de un amigo. Hablar de cómo fue esa situación creo sólo alejará a los lectores del tema principal, así que no escatimaré en ello, para no perder tiempo, letras y líneas.

El punto es que tras ese ensayo, yo planeaba largarme del colegio, lo antes posible (es incluso chistoso que te reten por el largo de tu cabello, exigiéndote de que debes cortártelo, el último día de clases), olvidarme de él, y listo, planear cómo serían los próximos meses, tomando en cuenta que aún no tengo todo 'agendado'. Mas de un momento a otro, todos se pusieron a vociferar cantos referentes a un adiós, debía de suponerse, después de todo, era el último día de clases. ¿Yo? Como buen seguidor de la masa, comencé a cantar también, pero a los segundos me detuve y simplemente avanzé; salí de la sala, para ver las barandas repletas de estudiantes, aplaudiendo, gritando, perdiendo clases, etc, mientras nosotros, generación 2009, bajábamos hasta el primer piso, dado que obviamente algo estaba preparado para nosotros.

Y así fue, llegamos, y nos reunimos en una sola masa de cuartos medios, aunque sólo duró unas decenas de segundos, dado que luego, incluso entre la masa, la gente se separó hacia sus grupos de amigos, y no me excluyo. Así que ahi charlamos por otros fugaces segundos, hasta que comenzó el acto; se subió un funcionario, a presentar una despedida que nos tenían preparada los de segundo básico; se subieron todos a la tarima, y cantaron la canción You'll be in my heart de Phill Collins, más conocida como la de Tarzán, pero en inglés, y esto último no fue óptimo; niños de siete años y canciones completas en inglés no calzan mucho que digamos, resultando en una letra poco entendible. Pero aún así, admito que fue un bonito gesto, y aún con el problema de lengua, salió bastante bien, acorde al momento.

Tras la canción, se subió al escenario un profesor que jamás me ha hecho clases a mí, pero sí a otros compañeros (de otro plan), y comenzó a dar un discurso, bastante largo, pero correcto, aunque doy por hecho que no recuerdo mucho de lo que dijo, y sí, pasé gran parte del tiempo hablando con uno que otro amigo. Sin embargo, mientras esto acontecía, los niños hicieron otro gesto, probablemente por orden de su profesora; entregarnos a cada uno un corazón que decía "Good Luck" y el nombre del niño, acompañado de su generación, 2019... tienen para rato, aunque supongo más de alguno se debió haber quedado sin su corazón, pobre. Tras el largo discurso del profesor, de dos hojas, ¡yo mismo ví cuando cambió de hoja! La actividad en ese patio se dio por acabada, y nos dijeron que fuéramos por el "Camino de la felicidad", que era representado por un pasaje del cual las murallas consistían en niños, para luego pasar a ser profesores e inspectores. Avanzamos, y ahi los de básica comenzaron a darnos obsequios, preferentente rosas o flores, o un globo, aunque no faltó el que se olvidó de traer su rosa, y nervioso por una anotación negativa por no traer su "material de trabajo", me dio su colación (sí, al final acabé desconcertado con un chocolate Safari Kids, y unas galletas Din Don, en mi bolsillo). Entre regalos, y los posteriores saludos de profesores, animosos tanto como nostálgicos, en un mar de emociones que ahi vi en variados rostros, algunos bastante estimados, atravesé ese paraje que significaba un adiós a ese ambiente; concluía mi último día formal de clases.

Pero no concluía del todo la actividad; de eso me di cuenta cuando al pasar a las canchas, noté que en las galerías estaban varios, muchos apoderados,y sí, divisé a mi madre en la baranda, saludándome. Avancé, hasta que quedamos en el escenario, todos los cuartos medios, para luego, nuevamente, juntarse con sus grupos. Entonces comenzó todo, cuando una profesora comenzó a hablar, sobre que este era un gran paso, y eso, hasta que habló un inspector, que se había mudado a otra sece del colegio.

Desde hace años, le temíamos, apenas aparecía la mayoría se amansaba, temerosa, mientras él hablaba, con voz imponente, y por ello, obviamente cuando se fue, todos fueron más sueltos en sus acciones. Pero ese no era el tirano vil que te asesinaba con sólo dirigirte la mirada. No, el que hablaba ahora, era una dolida persona, lejos de su profesión, hablando como un ser humano más, llorando, tomando en cuenta la especial situación de su hijo, que justamente también se graduaba. Y como deducirán por la entrada anterior, soy un tanto vulnerable al contagio de tristeza, y ahi comencé a lagrimear, acompañado de una música ambiental bastante triste, propia de estas ceremonias.

Después de él, creo que un funcionario más dijo unas palabras, refiriéndose al trayecto que se había recorrido este tiempo, o algo así, tras lo cual se dio la pasada a los apoderados a ver a sus hijos. Ahí me reuní con mi madre, así como mis compañeros, vi a varios llorando, pero quise mantenerme sin lagrimear mucho, así que me contuve, me junté después con mis amigos, y cuando fuimos a tomarnos una fotografía, justo para eso, segundos antes, fui derrotado; me aparté y me apoyé en un pilar, mientras... sí... lloraba.

Lloré como no había llorado hacía tiempo, y allí pude ver la reacción de algunos compañeros, unos me estimaban, me apoyaban, otros se veían sorprendidos, para luego decirme "soy llorón", para luego ambos reir un rato. y creo que, efectivamente, en todas las fotos que me tomé en esa ocasión, o salía llorando, o con los ojos rojos. vaya, qué recuerdo para el futuro.

Lo interesante de esto es que choca con una cosa que dije hace tiempo; incluso afirmé ser en extremo frío, e incluso no amar (aunque luego esto último se fue a la mierda, pero bueno, sí era frío). Pero los que habían escuchado eso de mi boca ¿Cómo me hallaban? Llorando, como una niñita, como resultado del ambiente, la emoción, la ocasión, y las personas que a su vez lloraban a mi alrededor.

Incluso un amigo que creo fue el más sorprendido (o no sé si realmente así fue), empezó a recordarme eso en repetidas veces durante la ceremonia. "Ahora desquitó todo lo reprimido en cuatro años" "¿Pero cómo? El tipo que no ama", entre otras. Sí, eso me animó, lo admito, y me ayudó a reírme de mi propia condición de llorón. Allí me despedí de varios amigos, uno a uno, bastante emotivo, bastante, aunque me descolocó que amigos que sí habían llorado antes, ahora estaban con los ojos intactos, y yo, el que no había llorado, ahora se mostraba con los ojos bañados en lágrimas.

¿El resto? Fue ya más alegre; fuimos a las canchas del lado este, y ahi comimos anticuchos, los cuales, en combinación con la música de Américo, lograron que desaparecieran las lágrimas en mis ojos, al menos en parte. Charlamos, nos sacamos fotos como plan, pifiamos a los demás, saltamos, gritamos, entre varias cosas, digno de un final alegre y vivo. Me comí cuatro anticuchos** y morí, aunque otros tenían estómagos alterados seriamente, con los cuales podían comer ocho, o incluso once, en un caso. Ya todo era goce, y aprovechar lo poco que quedaba. Recordamos un video de inglés que hicimos, en el cual yo hacía de un transmutado Américo, que bailaba como Michael Jackson, haciendo la caminata lunar y agarrándose la entrepierna dando el grito característico. Algunos rayaban sus polerones, con mensajes de otros amigos, otros sus poleras (yo no, porque lo regalaré intacto a alguien), y todos disfrutaban, de forma grata (sí, sé que ya lo dije).

Reí, sonreí, lloré, grité, aunque esto lo hago a menudo sin motivo alguno, canté el coro de una cumbia, entre muchas cosas.

La pasé bien. Fue un gran día.

Muchas veces, desde entonces (hace como unas nueve horas), me he preguntado si alguna vez experimentaré algo así nuevamente.

*Prueba de Selección Universitaria: un examen mediante el cual miden cuánto saben, el cual influye en tus oportunidad al estudiar en alguna universidad.

**Carne, cebolla, salchicas, chorizo, y variaciones, ensartados en una varilla de madera

viernes, 13 de noviembre de 2009

A llorar se ha dicho

Bueno, se acaba el año escolar, el cual es el último (como ya he dicho miles de veces, en diversas entradas anteriores). Y esto se hace ver en los más sentimentales.

Jamás volverás a ver cinco días a la semana a ese amigo querido, a quien conoces desde los diez años, ni molestarás al otro, ni charlarás con ése de ahí, y olvídate del nerd, todo se acaba. Y para enfatizar esta faceta del adiós, en mi plan* decidieron hacer una actividad última que involucraba a todos; un acto, tipo farandulero, vídeos con fotos de algunos del plan, acompañadas de una canción que se refiriera al adiós, completos, una canción cantada por una amiga, que canta bastante bien, y palabras de varios referentes a qué vivieron durante esos dos años que ya pasaron, y tal como dicen, pasaron volando. Y sí, varios comenzaron a llorar, incluyendo a los dos profesores principales del plan, pese a que uno sólo estuvo el año pasado con nosotros.

Fue emotivo, lo admito, e incluso, pese a que no soy muy bueno para llorar, casi lo hago, y digo casi porque alguien lo arruinó, alguien que quedará como la inspectora de nuestro piso; estábamos ahí, en una sala, llegando probablemente al final de la actividad, el hecho de que un compañero comenzara a llorar mientras decía unas palabras igual me contagió la tristeza, y ya sentía ese cosquilleo extraño que uno siente cuando sabe que no falta mucho para que algo salga de tus ojos, y recorra tus mejillas como gotas, que no sabes si borrarlas de inmediato, o dejar que sigan su camino hasta la base de tu cara.

Mas justo entonces, entró el personaje, que si bien no odio y en parte comprendo por qué lo hizo, y con un acento enojado nos dijo que necesitaban la sala, que otro curso la requería, que la actividad tenía un horario y listo, después de la hora término todos debían irse. Sí, formalidad, era obvio que a ella, como encargada del piso, le iba a llegar el reto porque extendimos el tiempo (y de hecho, le llegó), pero igual... Considero inadecuado y hasta fuera de lugar poner tiempo límite a algo así; estás emocionado, quieres que el momento dure, que no se olvide fácilmente, pero justo te dicen a la oreja que esa gran actividad, en la que hay muchos entrando al llanto, tiene que seguir una pauta preestablecida, y que deben seguir una agenda, y que se acabó, y debes retirarte de la sala.

Así que, adiós lágrimas; mágicamente las que estaban brotando de mis ojos, se devolvieron y desaparecieron. Me retiré con un gusto agrio en la boca por el momento interrumpido, y me largué. No, a llorar no.

Hoy fue algo parecido, pero más generalizado; todos los cuartos medios se reunieron para despedir a todos los profesores, sólo que hoy ni siquiera me dio ese cosquilleo logrado el día anterior. igual fue bonito, había torta, champaña, bebidas Bilz & Pap, y los amigos de harto tiempo. Algunos ya estaban medios 'lagrimientos', otros aprovechaban para despedirse de algún profesor, a 'r' no le gustó la torta, habían varios tomando fotografías de grupo, entre muchas otras cosas.

Asímismo supongo el día próximo de tener que ir a la escuela, será algo parecido, o quizá aún más sentimental, quizá ahi llore, o quizá no. Globos, gritos, cantos tanto de curso, como de plan, como de generación, como de año. Se termina una fase, para entrar en una más grande, que nos enseña de lo que realmente trata todo este viaje raro. Creo que igual, por una parte, debe de ser así, para que quienes más adoran esta etapa, se queden con un bonito recuerdo de lo que fue.

*Estamos divididos por planes, además de cursos; si bien correspondemos a un curso (4° medio "inserte letra", por ejemplo), también pertenecemos a un plan, que es como un segundo curso, ya que pasamos la mitad de la horas de clases ahí, con distintos compañeros, a los cuales nos terminamos acostumbrando.

Ni sé por qué hago eso del asterisco, creo que dejaré de hacerlo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Filosofía destructora de entradas profundas

No, no me refiero a lo mismo de antes; el problema existencial, a la hora de publicar entradas, sino que simplemente será eso, tal y como lo escribí.

Verán, hace unas semanas, en la asignatura de filosofía nos pidieron como último trabajo en el año, hacer un ensayo filosófico sobre el sentido de la vida, las cosas, el mundo, y yo claro, pensé en hacer mi mayor esfuerzo en hacer el mejor ensayo del universo.

Pues... dieron un par de semanas para hacerlo, había que entregarlo en letra verdana tamaño 10, entre otras formalidades que se exigían en la presentación del ensayo, eso era lo de menos, así que simplemente me dispuse a escribirlo. Sólo que entonces me atacó el siempre acechador ¿y por qué no lo hago mañana? Pues así fue, me dejé llevar por aquella voz interna que nos susurra al oído malos consejos en situaciones serias, y otras no tanto. Y así comenzaron a pasar los días, uno a uno, yo divertido haciendo cualquier cosa, tanto en la escuela, como fuera de ella, hasta que llegó el fatídico día anterior a la fecha de entrega.

Además, ese mismo día unos amigos habían venido, para pasar un buen rato, conversar sobre cómo van nuestras vidas, entre otras cosas, así que todo el día ni dirigí un ojo a la pauta del trabajo. Eran las ocho, y yo llevaba nada del ensayo, la profesora pedía tres planas, no me llegaban ideas, el trabajo se entregaba al otro día, era la última nota, mi promedio no era el mejor, no me podía concentrar, y un sin fin de contratiempos adicionales, que dificultaban mi tortuoso paso por la fase de aceptación de responsabilidad.

Hasta que de un momento a otro, las ideas fueron llegando, además me puse a escuchar Stairway to Heaven, y al ver los resultados, que las palabras fluían por mis dedos, eran digitalizados y quedaban inmortalizados en mi pantalla, le puse para que la canción se repitiera (sí, pudo haberme aburrido de tantas veces, pero a pesar de todo me arriesgué; de todos modos no pasó así), y así comenzó todo, conmigo más calmado y relajado. Sólo escribía, a la mierda si alguien me llamaba para algo, ya hasta se me había acabado el hambre producto de una última comida apresurada e improvisada (sopa instantánea). Escribía y escribía.

Y así, nació el mejor ensayo del mundo.

Orgulloso, lo presenté al otro día, mostrándole a mis amigos mi excelente ensayo, de calidad sublime, y su naturaleza tan profunda, trascendiendo a través de la sociedad actual, hasta un punto más allá, en lo divino. Simplemente era perfecto, hasta iba a publicarlo en este blog, para que vieran mi lado filosófico.

Pasó el tiempo y yo sólo estaba ansioso de recibir halagos por mi ensayo. hasta que llegó el día.

Pero qué va. Al final, lo que hice yo no era específicamente lo que la profesora pedía; más tarde comprendí que lo que se buscaba era un ensayo sobre el sentido de la vida, pero más que nada sobre mi sentido, y yo lo que hice fue dar uno perfecto, mas sobre el sentido en sí, el concepto de éste, lo imposible de encontrarlo en un ámbito general, lo divino de lo divino, mencionando una llamada subjetividad humanamente objetiva, entre otras cosas.

En fin, un mar de palabras, mas no lo que ella pedía. Era perfecto pero le faltó lo que eso pedía.

¿Resultado? No obtuve la calificación más alta, ni mi ensayo fue condecorado, ni nada.

Odio cuando eso pasa, aunque últimamente no sea muy a menudo. Lo odio. Planeaba remasterizar mi escrito, pero ya no me interesa, ya no. Se me quitaron las ganas, así como olvidé eso de publicarlo. El ensayo lo boté, y no sé si aún esté por ahí el archivo Word.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Transporte público

Cuando salgo apurado de la casa, para alguna junta para realizar un trabajo de historia, o para hacer un vídeo paródico de inglés de algún programa de cocina, al cual cierto amigo blogger no podrá ir, confío plenamente en el sistema de transporte público chileno.

Pero qué va. Cuando quiero una micro por falta de monedas, pasan puros colectivos, y cuando estoy apurado y quiero irme en uno de estos últimos, aparecen solamente ofensivas micros y uno que otro colectivo... de recorrido local*.

Los que tienen auto, no saben la envidia que me provocan... No lo saben... Grrr (?)

* Yo vivo en una ciudad que está sobre un cerro, y la la mayoría de las juntas son en Iquique, otra ciudad, que se encuentra bajando por el cerro... así que debo abordar un colectivo que específicamente diga "Iquique", o sea que baje y me lleve a mi destino ansiado, en vez de uno "Local", que sólo se limita a recorrer mi ciudad.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Personajes micreros

Estaba sentado en la micro, mientras ésta estaba detenida en la subida, de vuelta a casa tras haber visto Michael Jackson's This is it, con el chofer esperando a conseguir un par de pasajeros más antes de partir, en el tercer asiento de la izquierda, viendo hacia afuera, la ESSO, autos, entre otras. Cuando subió el típico personaje que es más conocido que muchos por su humilde trabajo; vender cd's pirateados, películas descargadas de taringa.net, ¡y mucho más! "¡Américo, La Noshe, compre ya compre ya el especial de Maiquel Yacson, su muerte y todo, se me vendieron todos ya, sólo me quedan dos así que compre, aproveche!". Cuando una señora decidió comprarle uno de la noche.

"Oiga ¿Tiene de La Noche?"
"Sí, por supuesto, aquí mismo, mire, los mayores éxitos de La Noche, Greates Jits, me quedan pocos"
-Revisa en su torre de cd's y dvd's y encuentra el indicado
"Ahhh pero oiga éste no es La Noche... este es otro" -Dice con una cara con un poco de decepción al ver la cara del tipo de la portada
"¿Aonde? Si mira ahi dice clarito La Noche, son las meas letras, andai mea ciega"
"No... es otro, si ése no es la noche"
-Reitera, aún tras leer que, efectivamente, decía "La Noche"

Entonces justo una niña mini-flaite le pide algo de Yingo al tipo (recordemos que es famoso, todos le conocen, aunque no estoy seguro de si saben su nombre), ahí él, entusiasmado, revuelve sus cd's, y justo sobresale uno de Américo. Él consigue evitarla hasta que vende el popular disco juvenil.

"¡Ése es el que quiero!" -Dice entonces la señora de antes, indicando el disco
"Chuta que andái ciega vieja, ese es Américo po"
"Ahhh...bueno, ya lo compro"
"Hasta que se decidió... Yo cacho que con esa vista tu mari'o te pasa engañando"
"Jajaja... demás"
-Ríe y lo acompaña - "Oiga y tiene a 'Danky'?"
"¿Danky? ¿Danky? ¿Quién es ése?" -Yo sólo me imaginaba ese helado caro
"Daddy Yankee será"
-Le corrije otro pasajero, sentado un asiento detrás de mi
"Ahhh no, no tengo 'Danky'... ese ya está reviejo, pasó de moda, aquí se vende lo más actual nomás"
"¿Y tiene un cd de los maravillosos?
"Pedí puras cosas que no tengo, vieja"
"Oh, para de decirme vieja, weón"
"No me diga weón, vieja, no falte el respeto"
"Ahhh cállate, ¿pero no tiene nada de ellos?"
"A ver deje ver.... ah, aquí tengo un devede de los maravilloso', sus canciones de oro, pero este vale luca... quina los cidis, luca los devede"
"Muy caro... hácete una rebaja"
"Que creí que soy millonario, estoy peor que el 'payaso rolly', ese al menos sólo tiene que pegar un sopapo a la ventana para que le den monedas"
"Ahhh soy cagao"
"Ahhh vieja mano 'e guagua"
"No me digai vieja, weón"

Y así se prolongo un tanto la conversación, mientras el tipo que había corregido al artista "Danky" se mataba de la risa, la miniflaite le comentaba a su mamá, ansiosa, sobre su nueva adquisición musical, y yo seguía escuchando la discusión con ese característico acento, hasta que finalmente la micro debió partir, y el vendedor, se retiró, tras haber vendido sólo un disco de Yingo, y uno de Américo, alias "La Noche", desde entonces.