¡Lea ya! ¡Imperdible! ¡Amsa lloró como una niñita! ¡Lea ya! ¡No se volverá a repetir!
Ya se venía venir, de todos modos, así que no me sorprendió mucho. No así fue con mis amigos y compañeros, entre los cuales algunos, que mantendré en el anonimato (ejem, marin, ejem, r), se sorprendieron, o casi lo hicieron, ante lo que vieron en mí.
Y es porque, así como soy un tanto introvertido (con ocasionales impulsos sociales), soy bastante frío, y no tengo memoria de que alguno me haya visto llorar en el último tiempo (más que una sola, única y fugaz, vez en el plan). No obstante, hoy no ocurrió así.
Y lo estúpido, es que ni siquiera sé si lo que aconteció ahí causó mi respuesta, o quizá sólo me contagiaron la tristeza. Porque lo que presentaron ahí, en cuanto a mí mismo, no me afectó mucho que digamos.
Estábamos haciendo un ensayo para la P.S.U.* de matemáticas, lo recuerdo claramente, debido a que no respondí nada, ya que no era necesario entregarla, o al menos eso creí, dado que al final igual pasé los últimos minutos copiando las respuestas de un amigo. Hablar de cómo fue esa situación creo sólo alejará a los lectores del tema principal, así que no escatimaré en ello, para no perder tiempo, letras y líneas.
El punto es que tras ese ensayo, yo planeaba largarme del colegio, lo antes posible (es incluso chistoso que te reten por el largo de tu cabello, exigiéndote de que debes cortártelo, el último día de clases), olvidarme de él, y listo, planear cómo serían los próximos meses, tomando en cuenta que aún no tengo todo 'agendado'. Mas de un momento a otro, todos se pusieron a vociferar cantos referentes a un adiós, debía de suponerse, después de todo, era el último día de clases. ¿Yo? Como buen seguidor de la masa, comencé a cantar también, pero a los segundos me detuve y simplemente avanzé; salí de la sala, para ver las barandas repletas de estudiantes, aplaudiendo, gritando, perdiendo clases, etc, mientras nosotros, generación 2009, bajábamos hasta el primer piso, dado que obviamente algo estaba preparado para nosotros.
Y así fue, llegamos, y nos reunimos en una sola masa de cuartos medios, aunque sólo duró unas decenas de segundos, dado que luego, incluso entre la masa, la gente se separó hacia sus grupos de amigos, y no me excluyo. Así que ahi charlamos por otros fugaces segundos, hasta que comenzó el acto; se subió un funcionario, a presentar una despedida que nos tenían preparada los de segundo básico; se subieron todos a la tarima, y cantaron la canción You'll be in my heart de Phill Collins, más conocida como la de Tarzán, pero en inglés, y esto último no fue óptimo; niños de siete años y canciones completas en inglés no calzan mucho que digamos, resultando en una letra poco entendible. Pero aún así, admito que fue un bonito gesto, y aún con el problema de lengua, salió bastante bien, acorde al momento.
Tras la canción, se subió al escenario un profesor que jamás me ha hecho clases a mí, pero sí a otros compañeros (de otro plan), y comenzó a dar un discurso, bastante largo, pero correcto, aunque doy por hecho que no recuerdo mucho de lo que dijo, y sí, pasé gran parte del tiempo hablando con uno que otro amigo. Sin embargo, mientras esto acontecía, los niños hicieron otro gesto, probablemente por orden de su profesora; entregarnos a cada uno un corazón que decía "Good Luck" y el nombre del niño, acompañado de su generación, 2019... tienen para rato, aunque supongo más de alguno se debió haber quedado sin su corazón, pobre. Tras el largo discurso del profesor, de dos hojas, ¡yo mismo ví cuando cambió de hoja! La actividad en ese patio se dio por acabada, y nos dijeron que fuéramos por el "Camino de la felicidad", que era representado por un pasaje del cual las murallas consistían en niños, para luego pasar a ser profesores e inspectores. Avanzamos, y ahi los de básica comenzaron a darnos obsequios, preferentente rosas o flores, o un globo, aunque no faltó el que se olvidó de traer su rosa, y nervioso por una anotación negativa por no traer su "material de trabajo", me dio su colación (sí, al final acabé desconcertado con un chocolate Safari Kids, y unas galletas Din Don, en mi bolsillo). Entre regalos, y los posteriores saludos de profesores, animosos tanto como nostálgicos, en un mar de emociones que ahi vi en variados rostros, algunos bastante estimados, atravesé ese paraje que significaba un adiós a ese ambiente; concluía mi último día formal de clases.
Pero no concluía del todo la actividad; de eso me di cuenta cuando al pasar a las canchas, noté que en las galerías estaban varios, muchos apoderados,y sí, divisé a mi madre en la baranda, saludándome. Avancé, hasta que quedamos en el escenario, todos los cuartos medios, para luego, nuevamente, juntarse con sus grupos. Entonces comenzó todo, cuando una profesora comenzó a hablar, sobre que este era un gran paso, y eso, hasta que habló un inspector, que se había mudado a otra sece del colegio.
Desde hace años, le temíamos, apenas aparecía la mayoría se amansaba, temerosa, mientras él hablaba, con voz imponente, y por ello, obviamente cuando se fue, todos fueron más sueltos en sus acciones. Pero ese no era el tirano vil que te asesinaba con sólo dirigirte la mirada. No, el que hablaba ahora, era una dolida persona, lejos de su profesión, hablando como un ser humano más, llorando, tomando en cuenta la especial situación de su hijo, que justamente también se graduaba. Y como deducirán por la entrada anterior, soy un tanto vulnerable al contagio de tristeza, y ahi comencé a lagrimear, acompañado de una música ambiental bastante triste, propia de estas ceremonias.
Después de él, creo que un funcionario más dijo unas palabras, refiriéndose al trayecto que se había recorrido este tiempo, o algo así, tras lo cual se dio la pasada a los apoderados a ver a sus hijos. Ahí me reuní con mi madre, así como mis compañeros, vi a varios llorando, pero quise mantenerme sin lagrimear mucho, así que me contuve, me junté después con mis amigos, y cuando fuimos a tomarnos una fotografía, justo para eso, segundos antes, fui derrotado; me aparté y me apoyé en un pilar, mientras... sí... lloraba.
Lloré como no había llorado hacía tiempo, y allí pude ver la reacción de algunos compañeros, unos me estimaban, me apoyaban, otros se veían sorprendidos, para luego decirme "soy llorón", para luego ambos reir un rato. y creo que, efectivamente, en todas las fotos que me tomé en esa ocasión, o salía llorando, o con los ojos rojos. vaya, qué recuerdo para el futuro.
Lo interesante de esto es que choca con una cosa que dije hace tiempo; incluso afirmé ser en extremo frío, e incluso no amar (aunque luego esto último se fue a la mierda, pero bueno, sí era frío). Pero los que habían escuchado eso de mi boca ¿Cómo me hallaban? Llorando, como una niñita, como resultado del ambiente, la emoción, la ocasión, y las personas que a su vez lloraban a mi alrededor.
Incluso un amigo que creo fue el más sorprendido (o no sé si realmente así fue), empezó a recordarme eso en repetidas veces durante la ceremonia. "Ahora desquitó todo lo reprimido en cuatro años" "¿Pero cómo? El tipo que no ama", entre otras. Sí, eso me animó, lo admito, y me ayudó a reírme de mi propia condición de llorón. Allí me despedí de varios amigos, uno a uno, bastante emotivo, bastante, aunque me descolocó que amigos que sí habían llorado antes, ahora estaban con los ojos intactos, y yo, el que no había llorado, ahora se mostraba con los ojos bañados en lágrimas.
¿El resto? Fue ya más alegre; fuimos a las canchas del lado este, y ahi comimos anticuchos, los cuales, en combinación con la música de Américo, lograron que desaparecieran las lágrimas en mis ojos, al menos en parte. Charlamos, nos sacamos fotos como plan, pifiamos a los demás, saltamos, gritamos, entre varias cosas, digno de un final alegre y vivo. Me comí cuatro anticuchos** y morí, aunque otros tenían estómagos alterados seriamente, con los cuales podían comer ocho, o incluso once, en un caso. Ya todo era goce, y aprovechar lo poco que quedaba. Recordamos un video de inglés que hicimos, en el cual yo hacía de un transmutado Américo, que bailaba como Michael Jackson, haciendo la caminata lunar y agarrándose la entrepierna dando el grito característico. Algunos rayaban sus polerones, con mensajes de otros amigos, otros sus poleras (yo no, porque lo regalaré intacto a alguien), y todos disfrutaban, de forma grata (sí, sé que ya lo dije).
Reí, sonreí, lloré, grité, aunque esto lo hago a menudo sin motivo alguno, canté el coro de una cumbia, entre muchas cosas.
La pasé bien. Fue un gran día.
Muchas veces, desde entonces (hace como unas nueve horas), me he preguntado si alguna vez experimentaré algo así nuevamente.
*Prueba de Selección Universitaria: un examen mediante el cual miden cuánto saben, el cual influye en tus oportunidad al estudiar en alguna universidad.
**Carne, cebolla, salchicas, chorizo, y variaciones, ensartados en una varilla de madera
2 comentarios:
Puya viejo yo recuerdo cuando me pasó eso de ultima clase a mi. Gracias a Dios no pusieron musica y no estaba mi mama ahi. Puchica sino hubiera llorado. Yo si soy lloron. Felicidades viejo que por primera vez que recuerdo me he leido toda una entrada larga completa. Está buenisima y felicidades y espero que te de mucho el camino de la felicidad
Matheo:
Créeme, habían otros que estaban rojos completamente de tanto llorar xD. Después de todo, es un día memorable, y sí que vale la pena derramar lágrimas por ello.
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